
Los dos jorobados
Recopilado por Italo Calvino
Había dos hermanos jorobados. El jorobado más joven dijo:
- Quiero ir en busca de fortuna.
Y emprendió viaje. Camino y caminó, y de tanto caminar se perdió en un bosque. “¿Y ahora qué hago? ¿Y si vienen los asesinos . . . ? Mejor me subo a este árbol."
Cuando estuvo en el árbol, oyó un ruido. “¡Ahí están, socorro!"
En cambio, de una cavidad del suelo salió una viejecita, después otra, y otra más, toda una fila de viejecitas una detrás de la otra, que se pusieron a dar vueltas alrededor del árbol, cantando:
- ¡Sábado y domingo! ¡Sábado y domingo!
Y así seguían dando vueltas y siempre volvían a repetir:
- ¡Sábado y domingo!
El jorobado, desde la copa del árbol, dijo:
- ¡Y lunes!
Las viejecitas se quedaron atónitas, mirando hacia arriba, hasta que una dijo:
- ¡Oh! ¿Quién habrá sido esa alma bondadosa que nos dijo esa frase tan linda? ¡A nosotras jamás se nos hubiera pasado por la mente!
Y reiniciaron sus vueltas alrededor del árbol, muy felices, cantando:
- ¡Sábado, domingo y lunes! ¡Sábado, domingo y lunes!
Al rato de dar vueltas, avistaron al jorobado que estaba en la enramada. Él estaba temblando.
-Por caridad, viejecitas, no me maten. Lo que dije se me escapó, no quise decir nada malo.
-Vamos, baja, te queremos recompensar. Pídenos una gracia que te la concedemos.
El jorobado bajó del árbol.
-¡Vamos, pídela!
-Yo soy un hombre humilde. ¿Qué quieren que pida? Lo que más me gustaría es que me libraran de esta joroba, porque todos los muchachos se burlan de mí.
-Y te libraremos de la joroba.
Las viejecitas tomaron una sierra de manteca, le cortaron la joroba, le untaron la espalda con un ungüento, y la dejaron tan sana que no se notaba nada, y la joroba la colgaron del árbol.
Cuando el jorobado volvió a casa, ya no era jorobado y nadie lo reconocía en la aldea.
- ¡Oh! ¡Pero no eres tú! - le dijo el hermano.
-¡Sí que soy yo! ¿Viste qué lindo me he puesto?
-¿Y cómo hiciste?
-Presta atención - y le contó del árbol, de las viejecitas y del cántico.
-Quiero ir yo también - dijo el hermano.
Se puso en marcha, se internó en el bosque, subió al árbol. A la misma hora, las viejecitas salieron del agujero, cantando:
- ¡Sábado, domingo y lunes! ¡Sábado, domingo y lunes!
Y el jorobado, desde el árbol:
- ¡Y martes!
Las viejas se pusieron a cantar:
- ¡Sábado, domingo y lunes! ¡Y martes! - pero era inútil, había algo que no andaba.
Se volvieron hacia arriba, furibundas.
-¿Y quién es este infame, este criminal? ¡Cantábamos tan bien y ahora nos arruinó todo! ¡Ahora no podemos recuperar el ritmo! -finalmente lo vieron entre las ramas-. ¡Baja! ¡Baja!
-¡No, que no bajo! -decía el jorobado lleno de miedo-. ¡Ustedes me matan!
-¡Baja! No te matamos.
El jorobado bajó, las viejecitas descolgaron del árbol la joroba del hermano y se la pegaron adelante.
-¡Ahí tienes el castigo que mereces!
Así el pobre jorobado volvió a casa con dos jorobas en lugar de una.
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