
La esposa tonta
Era una vez un campesino que se casó con una muchacha muy bonita pero muy tonta. Una día en casa de su marido, la muchacha le preguntó:
-¿Qué puedo hacer con la harina del granero?
-¡Eres una ignorante! Cómetela a cucharadas – le contestó el hombre con tono irónico.
-¿Dónde puedo poner los chorizos y jamones de la despensa?
-Pues ponlos en el campo. – siguió el hombre con el mismo tono.
- Dime, ¿qué tiene la vasija de cobre que está en la alacena?
-Semillas de calabaza. Se la daremos al cacharrero a cambio de una nueva.
Pero, en realidad, la vasija contenía monedas de oro, sus ahorros de varios años de duro trabajo. Al día siguiente, cuando él no estaba, pasó el cacharrero y la mujer le cambió la vasija de cobre por otra mayor. El cacharrero vio lo que tenía y se fue pensando en no volver nunca más. Después de la faena, la muchacha llevó los jamones y los chorizos al campo y se los comieron los perros. ¡La que se armó cuando el marido regresó a casa! La mujer le contó lo que había hecho. Él pudo sujetar su mano a duras penas porque después de todo era hermosa y obediente.
Pocos días después, el hombre encontró a su mujer comiéndose la harina a cucharadas y, no pudiendo reprimirse, le gritó:
-¡Ea, no te soporto más! Te plantaré en el bosque a ver si das algún fruto.
Ella se fue andando detrás de él muy contenta, pensando que iba a ser un árbol frutal o algo parecido. Y cuando llegaron al sitio, el marido hizo un hoyo y enterró, dejando fuera nada más que la cabeza. Después se marchó.
Cuando ya estaba anocheciendo, llegaron unos ladrones que acababan de robar en un palacio y pusieron el cofre robado junto a la cabeza de la mujer. Dijo uno de ellos:
-Me voy a sentar en este tronco.
-¡Ay de mí, que soy un pobre arbolito y me confunden con un tronco! – exclamó ella.
Al escuchar la voz, los ladrones salieron corriendo.
Por la mañana, el marido se arrepintió de haber enterrado a su mujer y cuando llegó a buscarla, se sorprendió al encontrarse aquel cofre al lado de su cabeza. Camino de la casa, la mujer le fue explicando lo que había pasado y entonces él comprendió que el destino le había dado una mujer así, tonta pero muy buena y con mucha suerte.