
Las estatuas con sombrero
Hace mucho tiempo en un pueblito vivía una pareja de ancianos muy pobres. El anciano fabricaba sombreros de paja, de esos que se usan para protegerse de la lluvia o la nieve. Ella se ocupaba de las tareas del hogar. Los dos tenían una relación muy armónica y se contentaban con la vida sencilla que llevaban. Pero fiestas son fiestas, y era el último día del año y no tenían cómo festejarlo.
- Mañana es Año Nuevo y no tenemos ni arroz ni dinero para recibirlo - dijo la viejita.
- Ahora voy a la ciudad a vender unos sombreros, y con lo que gane me voy a encargar de comprar algunos manjares para festejar como se debe.
- Mira que está nevando, camina con mucho cuidado por favor.
El anciano tomó los seis sombreros de paja que acababa de fabricar y salió, marchando contra el viento y la nieve que caía fina pero constante.
Llegó a la ciudad y recorrió las calles pregonando:
- ¡SOMBREROS, SOMBREROS! ¿Nadie necesita un sombrero?
Pero no consiguió vender ni uno. Todos pasaban sin detenerse, sin dirigirle ni una mirada ni a él ni a sus sombreros. Desanimado, el anciano emprendió el regreso.
Cuando iba cruzando el campo, empezó a nevar más copiosamente.
De pronto se detuvo:
- Oh, esto me deja consternado - exclamó al ver que había un conjunto de seis estatuas de Jizō, con sus cabezas cubiertas de nieve.
El anciano quitó con cuidado la nieve y cubrió a los Jizō con sus sombreros, diciendo:
- Son solamente unos humildes sombreros de paja pero, por favor, acéptenlos...
Hizo una pequeña reverencia, y siguió avanzando hacia su casa hundiendo sus pies en la nieve.
Llegó extenuado y le contó a su esposa sobre el fracaso de las ventas en la ciudad y lo que había hecho con los sombreros. Y ella, sonriente, le dijo:
- Hiciste lo correcto.
Tomaron una cena muy sencilla, un poquito de sopa con verduras para calmar el hambre, y se acostaron. Y esa noche…
DO SUN, DO SUN, DO SUN. Se sentían pesados saltos sobre 1a nieve. Y este coro de gritos:
-¿Cuál es la casa del anciano que nos obsequió los sombreros? ¿Cuál es la casa donde vive con su amable esposa?
Y con el tremendo ruido y los gritos graves, la pareja de ancianos ya despiertos y atemorizados se preguntaban:
- ¿Quiénes serán?
Y casi temblando del susto, abrieron la puerta, dejando apenas una rendija. Vieron para su enorme sorpresa que en la entrada de su casa había fardos de paja y pasta de arroz, verduras, pescados y arroz en granos, en grandes cantidades. Y también vieron cómo allá a lo lejos se iban las seis estatuas de Jizō tambaleándose sobre sus bases, protegidas de la nieve con los sombreros de paja que habían recibido como regalo del anciano.