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La paloma

Fue en los comienzos, cuando se formaba el mundo. Entonces Dios mandó una paloma a la Tierra para ver si esa parte del universo que Él había creado era realmente tan perfecto como la había concebido.

Descendió la mensajera celestial y observó que en su superficie todos, hombres y mujeres, reían y eran felices. Con vuelo más ligero que los veloces vientos llegó hasta Dios y le dijo:

- Tu obra en la Tierra es perfecta. Todos los humanos son felices. Reina allá la dicha y la alegría, y ni una sola sombra oscurece sus horas. . .

Meneó su cabeza el Creador y dijo lentamente:

- Mi querida avecilla: la obra no es perfecta ni está concluida. Volverás otra vez pasadas algunas edades. . .

Pasó el tiempo y volvió Ia blanca palomita a la Tierra. Otro cuadro se presentaba a su vista. Todo era furor, odio y guerra entre los hombres. La sangre cubría los campos otrora fértiles, y al posarse cansada de ver tanta desolación, sus patitas se tiñeron de rojo, color que desde entonces poseen, y horrorizada ante tanta miseria volvió hasta el trono del Supremo Hacedor, a quien contó lo que había visto en la Tierra.

- Si todos se hieren y luchan, dijo el Altísimo, y en ningún rincón de ese mundo reina la paz, veo que aún la obra es tan imperfecta como antes. Por última vez tornarás allá cuando haya transcurrido algún tiempo para ver si por fin existe un equilibrio en la vida de los hombres.

Pasaron muchas edades cuando en sereno vuelo llegó de nuevo la paloma a la Tierra. En ciertos lugares los padres fallecían de ancianos y los hijos los recordaban en sus tumbas sagradas; en otras los padres sobrevivían a sus hijos, porque éstos sucumbían por diferentes razones; más allá los hombres elevaban templos para congregarse y rendir culto al Creador; en otras partes, gente sin fe perseguía a los que amaban a Dios. Visto esto y mucho más, volvió la paloma al cielo y pausadamente contó las sucesivas escenas que pudo ver. El Hacedor la escuchaba en silencio y parecía preocupado. De pronto, tomándola en sus manos le dijo:

- Palomita mía; si unos ríen y otros lloran, si unos odian y otros aman, si unos buscan la luz y otros las sombras, si unos practican la virtud y otros la escarnecen, es porque el mundo que has visitado, pese a haberlo hecho yo con mis propias manos, no es del todo perfecto, como no lo era cuando todos practicaban el Bien porque no conocían el Mal, o cuando todos hacían el Mal porque habían olvidado el Bien y nadie lo predicaba. Pero hoy, que los buenos luchan por iluminar a los que no lo son, y que en el mundo mientras unos lloran otros ríen, y junto al Santo vive el pecador, es grande mi esperanza de que mi obra se vaya acercando cada vez más a la perfección. ¿No lo crees así? La palomita no respondió, pero pronto se sintió como transportada en un rayo de luz tibio y blanco y se adormeció en las manos creadoras del Señor.

Se sugiere ver: Mitos de Creación

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