
Melu, el Creador
En el comienzo, existía un ser llamado Melu que habitaba por encima de las nubes. Era tan grande que abarcaba todo el espacio que existía sobre ellas. Era blanco y tenía los dientes de oro.
Melu se preocupaba excesivamente por mantener su piel blanca impoluta, por lo que pasaba el día entero limpiándose y frotándose con fuerza. De esto, que generaba continuamente desechos, que juntaba en un montón a su lado.
Un día, notó la magnitud de la montaña de desechos que se habían acumulado, y se molestó. Los tomó y, para deshacerse de ellos, los moldeó y creó la tierra.
Sintiéndose complacido con la obra que había salido de sus manos, decidió crear dos seres a su imagen y semejanza, para que la habitaran. Con el resto de los desechos comenzó a crear al hombre y a la mujer.
Estaba terminando su trabajo, tan solo le faltaban las narices de ambos y una parte de uno de ellos, cuando llegó Tau Dalom Tana, morador del centro de la tierra. Éste le pidió a Melu que le permitiera terminar a los hombres y, tras mucho discutir, logró convencerlo.
Tau Dalom Tana hizo las narices de los hombres, pero las colocó al revés, con los orificios hacia arriba. Tal fue el enojo de Melu al ver esto, que lo envió nuevamente a su morada en la tierra.
Fue entonces cuando comenzó a llover, y el hombre y la mujer estuvieron a punto de ahogarse debido al agua que les ingresaba por los orificios nasales. Por fortuna, el Creador se dio cuenta a tiempo y los salvó quitándoles las narices y volviéndoselas a colocar nuevamente. Pero fue tanto el ajetreo que Melu se olvidó de aquella otra parte que faltaba a uno de los dos y nunca se la hizo.
Esta es la historia de cómo el primer hombre y la primera mujer llegaron a poblar la tierra.
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