
Cómo Pan Ku formó el mundo
En épocas inmemoriales no existían el cielo ni la tierra. El universo era una nebulosa caótica y embrionaria de forma parecida a la de un huevo. Allí, dormía apaciblemente un gigante llamado Pan Ku.
Al cabo de dieciocho mil años, el gigante se despertó. Encolerizado porque a su alrededor sólo reinaban las tinieblas, sacudió sus brazos, vigorosos como el hierro, para apartarlas. Se produjo una explosión ensordecedora y el gran huevo estalló de improviso. La nebulosa caótica y primitiva, que había permanecido concentrada en un mismo lugar durante varios cientos de miles de años, comenzó a girar convulsivamente. Las materias ligeras se levantaron vertiginosamente, dispersándose para formar el cielo azul; mientras que las pesadas comenzaron a precipitarse dando origen a la tierra. Pan Ku, relajado y alegre, exhaló un suspiro mientras se afirmaba entre el cielo y la tierra.
A pesar de que el cielo y la tierra se habían separado, Pan Ku, preocupado por si se volvían a unir, resolvió sostener al cielo con las manos e hizo progresar su talla vertiginosamente. Creció diariamente 3,3 metros, separándose a este mismo ritmo el cielo y la tierra. Después, trascurrieron otros dieciocho mil años, el cielo alcanzó mayor altura y la tierra se solidificó. Por su parte, Pan Ku llegó a tener una estatura de cuarenta y cinco mil kilómetros y, apoyando sus pies sobre la tierra, sostuvo el cielo con la cabeza. Era digno del nombre de gigante.
El mundo se formó gracias a los poderes mágicos que poseía Pan Ku y, debido a su esfuerzo, el cielo jamás volvió a fusionarse con la tierra. Las tinieblas y el caos se dispersaron para siempre, pero Pan Ku agotó todas sus energías y murió extenuado poco más tarde.
Pan Ku aspiraba a crear un mundo bello y resplandeciente donde coexistieran el sol y la luna, las montañas y los ríos, y todas las especies. Pero murió sin poder plasmar este grandioso objetivo. Sin embargo, en el momento mismo de morir, su cuerpo sufrió una metamorfosis repentina, dando origen a todo lo que nos rodea:
De su aliento nacieron el viento primaveral y las nieves que nutrían a los seres, su voz se convirtió en el trueno ensordecedor. Su ojo izquierdo se trasformó en el sol brillante, y el derecho en la hermosa luna; sus cabellos y la barba dieron origen a las incontables estrellas. Sus cuatro extremidades y el tronco dieron principio a los cuatro puntos cardinales y a las cinco grandes montañas sagradas. De su sangre brotaron tumultuosos ríos y sus tendones trasmutaron en amplios caminos dispuestos en todas las direcciones. Sus músculos se convirtieron en tierras fértiles. Los dientes, los huesos y la médula de sus huesos fueron infinitas reservas minerales. El fruto de sus vellos fueron las plantas, la hierba y los árboles; y el de su sudor, la lluvia y el rocío.
Todo lo que existe, pues, procede de Pan Ku.
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