
El rey de la islita
Un indio muy pobre estaba enfermo y no podía trabajar. Tenía dos hijos: un indiecito y una indiecita, que era muy bonita y se llamaba Millantún, que quiere decir «sol de oro».
Un día salió el indiecito a pescar en el mar y se metió en su canoa. Vio un pescado muy grande y pensó que si lo podía pillar tendría plata para su padre y su hermanita.
El pescado grande nadaba siempre bastante cerca de la canoa, pero el indiecito no lo podía atrapar. No se fijó que se alejaba muy mucho de la tierra y llegó a una islita donde parecía que el pescado se había metido entre las rocas: lo buscó y no lo vio; por lo que salió de su canoa y saltó sobre la islita.
Entonces vio aparecer al pescado grande que apenitas saltó el indio, se lo comió tragándolo de una vez. El pescado era el rey de la islita, que atraía a todos los pescadores y marinos y se los tragaba.
Muy tristes quedaron el indio viejo y la indiecita bonita ya que pensaron que el indiecito se había caído al mar o que las olas habían arrastrado la pequeña canoa; pero un día que la muchacha había ido a orillas del mar para recoger mariscos, vio desde lejos al pescado grande que nadaba. Ella tuvo miedo, pero después pensó que tal vez podría atraer al pescado cerca de la orilla y atraparlo. Se puso a cantar y el pescado se vino más cerca todavía, pero nunca la niña pudo pillarlo.
Volvió a su casa la indiecita y en el camino vio un pájaro muy grande que tenía una pata enredada en unos cordeles de pescadores; la indiecita cortó los cordeles con su cuchillo y entonces el pájaro grande le dijo:
- Ese pescado grande que anda nadando por el mar es el rey de la islita que está allá. Él se come de un trago a los que van a la isla, porque teme que le roben el tesoro de pura plata que está escondido en una roca. Se ha comido a tu hermano. Si tú quieres, yo te guiaré y te avisaré cuando duerma el pescado grande; si puedes matarlo, serás rica.
Muy contenta se fue la indiecita a su casa y en la noche oyó el grito del pájaro grande que la avisaba. Salió la india con un gran cuchillo metido en su cintura y se fue a orillas del mar. El pájaro estaba ahí, esperándola.
- Tírate al agua -le dijo- yo tomaré con el pico el borde de tu vestido y volando te sostendré.
Así lo hizo la indiecita y ella nadaba, sostenida por el pájaro grande, que volaba encima de ella.
Llegó a la orilla de la islita y vio al pescado rey que dormía; entonces ella trepó y, pisando muy despacio, se acercó.
En ese momento el pescado despertó y abrió la boca para tragarse a la indiecita, pero ella tenía el cuchillo en la mano, así es que el pescado se la tragó con cuchillo y todo.
Apenitas estuvo en el vientre del pescado, la indiecita se lo abrió con el cuchillo y salió, y con ella salieron muchos hombres que estaban en el vientre del pescado y que este los había tragado; entre ellos estaba el hermano de la indiecita y un joven muy bonito, pero todos parecían muertos.
Entonces le dio rabia a la indiecita y, sacando el corazón del pescado, de pura rabia le dio un mordisco: mucha sangre salió del corazón del pescado y cayó sobre los cuerpos del hermano de la indiecita y del joven buen mozo. Al instante resucitaron los muertos y se levantaron y abrazaron a la indiecita.
El pájaro grande se precipitó sobre el corazón que la niña había tirado al suelo y al momento se lo tragó; entonces fue transformado en un hombre que era el padre del joven buen mozo.
El contó que el pescado lo había transformado en pájaro, porque le había arrebatado a una joven mujer, que era la madre del joven buen mozo. Se adentraron en la cueva del pescado y encontraron montones de plata que fue sacada. Después buscaron los botes de los marinos y pescadores que habían sido tragados por el pescado grande, y en el más grande metieron todita la plata y se volvieron a embarcar para regresar a tierra.
Muy ricos fueron, y la indiecita se casó con el muchacho buen mozo, hijo del hombre rico, y el indiecito hermano con la hija de un cacique.